miércoles, 8 de enero de 2014

Análisis Merrell Proterra Sport (II)

Desde esta imagen tomada mientras preparaba la mochila el día antes de salir para Canfranc:

18 de agosto de 2013
Pasando por esta otra en la que hice el primer análisis tras los primeros 500 kilómetros:

6 de septiembre de 2013
Este es el estado final con el que las zapatillas llegaron a Muxía, tras recorrer casi mil kilómetros desde Canfranc Estación, pasando por Santiago y Finisterre:

30 de septiembre de 2013
Voy a ir desgranando los distintos aspectos que quiero destacar de la zapatilla, tanto positivos como negativos, aunque tengo que confesar que el análisis va a ser un poco más desfavorable que el de los primeros 500 kilómetros. Casualidad o no, los problemas empezaron apenas dos días después de escribir ese primer análisis.

En primer lugar el desgaste tanto en la parte superior como en los laterales de la zapatilla ha sido espectacular, hasta llegar el punto en el que me estuve planteando comprar otro calzado para continuar. Afortunadamente, en una gasolinera encontré cinta americana y pude ir parcheando más o menos las zapatillas para evitar que se descompusieran.

Lateral derecho, zapatilla derecha
Lateral izquierdo, zapatilla derecha
Todo parece indicar que ese refuerzo lateral incrementa el desgaste sobre el tejido de tela de la zapatilla, se aprecia sobre todo en los laterales, como se puede ver en la foto: 

Lo blanco es cinta americana pegada desde dentro.
Otras zonas de la zapatilla que también experimentan desgaste al plegarse con la pisada normal. 

No se aprecia, pero también lleva cinta americana por dentro.
El interior se ha desgastado también mucho como se puede apreciar en al foto, en la que también se aprecian restos de la cinta americana utilizada para tratar de mantener la integridad de la zapatilla.

Invertida, zapatilla derecha.
Invertida, zapatilla izquierda.
Desgaste en el talón, zapatilla izquierda.
La suela es la parte que más me ha sorprendido en el aspecto positivo, el nivel de desgaste no me parece excesivo, y he tenido zapatillas y botas de trekking con las suelas más desgastadas recorriendo distancias menores, además de que por llevar una pisada más plana, el desgaste ha sido más regular frente al calzados tradicionales que tiendo a desgastar la parte de fuera y por tanto favorecer que se me carguen más las rodillas.

Suela con desgaste uniforme, mejor pisada que con otro calzado.
Detalle parte posterior de la suela.
Detalle parte frontal
Me arriesgué llevando este calzado sabiendo que no tenía Goretex y que en caso de lluvia iba a acabar con los pies calados. Afortunadamente sólo tuve un día de lluvia, y fue el último, el problema es que aún así, tardaron tres días en secarse, con lo que no habría podido continuar andando con ellas si el chaparrón hubiera sido a mitad del Camino.

El dolor en la parte delantera del pie que me molestaba en la primera mitad fue a menos conforme se fue fortaleciendo ese área de la planta del pie, hasta no notar nada por todo el tramo gallego del Camino. Me reitero en que he notado que ya no tropiezo tanto ni fuerzo los tobillos en malos apoyos, aunque no podría asegurar que es debido al cambio de calzado. 

No he tenido ni una sola ampolla en los 38 días caminando, el pie ha ido más fresco que con un calzado Goretex más cerrado y pesado y no he tenido contratiempos con costuras, malas posiciones o similar que rozaran con el pie.

Mi valoración final es agridulce. Creo que el nivel de desgaste ha sido excesivo, una media de 26 kilómetros en 38 días no se corresponde ni con una salida semanal durante un año, eso teniendo en cuenta que el terreno del Camino de Santiago dista mucho de ser lo abrupto que podemos encontrar en algunas marchas por la Sierra de Madrid. Por otro lado, la falta de problemas físicos, dolores musculares, articulares, ampollas, me hace pensar que el concepto de la zapatilla es bueno y únicamente es necesario incorporar algunos refuerzos en determinadas partes del tejido para evitar el desgaste anteriormente indicado.

Cuando me planteé cambiar el calzado, mi primera opción fue tratar de adquirir este mismo modelo y talla, pero fue imposible encontrar un distribuidor Merrell que la tuviera en Astorga o Ponferrada, tampoco Merrell me lo pudo indicar a través de su página de Facebook (no tenía otra forma de contacto con la casa), dónde ya desistí y decidí continuar con la cinta americana.

Pongo a disposición de Merrell las zapatillas para que puedan revisarlas, pero las quiero de vuelta que me han acompañado durante muchos kilómetros y, aunque no creo que pueda volver a usarlas, he acabado por cogerles cariño.

¿Compraría de nuevo este modelo para hacer de nuevo el Camino de Santiago? No sin cinta americana.

AVISO: Este artículo es un análisis independiente de las zapatillas Merrell Proterra Sport que he usado para recorrer el Camino de Santiago. No tengo ninguna relación profesional o publicitaria con la casa Merrell.

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